lunes, 22 de abril de 2013

Muerte.

Me puse a pensar sobre la muerte en general, siempre que alguien dice: "oh, tal persona falleció"; la reacción, si bien puede ser en diferente grado según la cercanía a esa persona en cuestión, el conocimiento de ella y de la personalidad de la que se entera de la noticia, no pasa inadvertida, algún comentario ha de generar. Cuando se comunica algo como eso se ve siempre muy "distante", en resumen sólo se sabe que esa persona ya no estará más, que se fue.
Sin embargo, no quiero tratar sólo la muerte de los seres humanos, sino abarcar cualquier tipo de muerte de un ser vivo. 


Para mí la muerte se veía lejana, digo, desde que era pequeña la conocí y he asistido a velorios, visto un cuerpo en la morgue y al menos dos adentro de un cajón. No estoy segura de si a todos les pasará como a mí, que ven sólo una cáscara vacía, un cuerpo que ocupa espacio, mas está carente de vida. No se trata solamente de hacer una distinción entre alguien muerto que no respira y alguien que duerme, es diferente... Antes cuando veía las series de animación japonesa y por esas casualidades de la historia alguien moría como en un combate o algo así, los ojos se volvían (vuelven) opacos, pasando a ser algo "carente de vida", ahora que lo pienso es curioso, pero antes no me lo cuestionaba realmente, sólo se moría y a veces (si es que me gustaba el personaje), lloraba. 


Bien, a principios de este año murió mi perro, mi mascota que adoraba y que tenía hace muchos años ya como integrante fijo de mi familia. A mí no me dijeron que se había muerto, yo lo vi morir y podría decir que sentí el paso de la vida a la muerte. Intentó ponerse en pie al verme (había estado mucho tiempo enfermo), por su condición no podía y de lo poco y nada que se había levantado cayó, vomitó sangre mientras yo lo tocaba, inundada en lágrimas, vino el ataque y comenzó a quedarse tieso, me fijé en sus ojos y pude sentir que mi perro ya no estaba más ahí, incluso si le tenía puestas las manos encima y aún estaba caliente al ver sus ojos estos estaban opacos, se volvieron falsos como si fueran canicas. De un momento a otro sentí que tocaba una piel, como si hubiese sido cualquier cosa, una mesa con pelo, esa misma sensación me dio, ya estaba, se había ido.



¿No es extraño? Creo que después de ver morir algo o a alguien tu opinión sobre la muerte y lo que le rodea es muy diferente, es una experiencia que no se puede explicar.






Una pérdida del alma.




Qué injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos.
Fragmento de En esto creo, Carlos Fuentes.

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